Como ya sabemos, el objetivo de la teoría funcionalista es analizar las funciones que permiten que el sistema social permanezca estable. Para este análisis, se utilizan modelos de conducta, valores de todo tipo, diversidad de culturas…transmitidas por los medios de comunicación de masas a través de publicidad, spots…Mediante esta transmisión de datos se crean los denominados “estereotipos”, es decir, asocian una imagen o idea a un conjunto de creencias acerca de las personas de un grupo determinado, que es en si, generalizable. Una imagen representa un colectivo.
Todo ello lo podemos asociar a la educación, esta trata de generar modelos funcionales que aseguren el bienestar social, una sociedad autorregulada que implique un equilibrio democrático que salvaguarden el control.
Podemos hacer tres distinciones visibles de educación que se nos van implantando desde que somos pequeños como son; los valores familiares y educación recibida por nuestros padres, la educación recibida en nuestra vida académica y las actitudes y valores de amistad recibidos por los amigos y compañeros. A partir de estos tres factores nos desarrollamos como personas y en la adolescencia es cuando nos definimos en función de todos los valores, gustos, pensamientos y experiencias que hemos recibido incluyendo, como no, a los medios de comunicación de masas a los que estamos expuestos continuamente y nos transmiten valores sin apenas darnos cuenta.
Por ello en este caso si que se puede hablar de las funciones y disfunciones que nos crea la educación recibida. Porque, ¿Qué nos intentan transmitir? Valores morales, éticos, universales, sociales, familiares…para crear unos individuos libres y autónomos.
Todos estos valores si se transmiten bien, y son entendidos correctamente por los individuos los podemos denominar funciones. Porque se traducen en consecuencias y actuaciones representadas correctamente que favorecen a la adaptación al sistema. ¿y qué pasa cuando estos valores no se han entendido a aplicado correctamente? Se convierten en disfunciones. Por ejemplo, si un niño pega a una niña está rompiendo con la adaptación por la que lucha el funcionalismo, tanto como si se insultan, se pegan o simplemente no son buenos compañeros. Si no se respetan, están causando efectos que ponen en choque nuestra sociedad.
En cuanto a los mecanismos para la regulación de un buen funcionamiento, uno de los valores por excelencia y más asentado debería ser la diversidad. Hay que luchar contra estos estereotipos que tanto se marcan en publicidad, y dar pie a un sistema que aporte la distinción como el valor cumbre que nos hace únicos y diferentes y que nos abre las puertas a ese libre mercado que nos ofrecen las marcas en esta sociedad capitalista. Porque nuestra publicidad es la correa de distribución de la cultura en nuestro sistema.
miércoles, 22 de abril de 2009
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2 comentarios:
Ha sido de mucho interés encontrarme con este blog, creo que compartimos toda la visión de los estereotipos.
Estamos rodeados por este tipo de mensajes ya que en ellos se finca el desarrollo capitalista en nuestra sociedad, por ello es fomentado por los grandes grupos oligarcas; es gracias a ellos que se fortalece un estado basado en la impunidad: en los actos contra las mujeres, indígenas, homosexuales y pronto (en el marco de la nueva ola de inmigrantes venidos del caribe) contra otras razas.
Debido a estos estereotipos es que a los homosexuales se les segrega y agrede, ya que según la sociedad, esta orientación transgrede esta “normalidad” de forma “antinatural”, cuando en realidad es que entre la religión y el pensamiento de una sociadad eminentemente heteropatriarcal, el hecho de que los seres humanos puedan manejarse con características que “no le son propias” es un “atentado” contra la base social: Los únicos que deben encabezar una familia y ganar puestos de trabajo, realizar trabajos rudos, ser agresivos y remunerados son los hombres. Las únicas que pueden estar al servicio del hombre en lo sexual y económico, en forma pasiva, son las mujeres. Sino, “qué relajo”… dirían los abuelos.
Las mujeres son la parte receptora de lo que el hombre, quiera o no, proporcionarle: placer, dinero, atención, fidelidadad… son la mitad que no debe quejarse, la desprovista, la que requiere los cuidados del hombre cual si fuera planta. No hablar, no opinar, sólo servir aunque su hombre no trabaje, no dedique tiempo al hogar, ni a los hijos. ¿Cómo no hablar en términos despectivos de ellas si no sirven “ni para gozarla un ratito”? Si siempre se quejan, siempre estorban… nada hacen bien,hay que aguantarlas. Lo único que harían bien es parecerse a las “viejas” deformemente postizas de la televisión o brindarse como objeto en la intimidad. Todos estos pensamientos lamentáblemente están presentes alrededor nuestro, de los hijos y los alumnos como una lección social -lamentablemente- permanente de vida.
Igualmente se tacha de “ignorantes”, ”incultos” ”retrasados”, “flojos” a los indígenas para no darles ni un voto de credibilidad frente a las denuncias que realizan por los atropellos que nuestra sociedad “civilizada” realiza en contra su de estructura productiva y social. Se le niega a los ciudadanos de las grandes urbes la posibilidad de conocer la cultura indígena como algo distinto y (he aquí el problema) quizá mejor que la cultura en la que vivimos, que aplasta todo lo natural, al contrario de las costumbres indígenas. Sólo se nos permite conocer la parte “turística” de playas y mercados artesanales, anunciadas con jóvenes rubias y de bikini para “promover el turismo” a favor de las grandes cadenas hoteleras propiedad de extranjeros.
Los nuevos vecinos: gente morena o de color buscando una vida mejor, son ofendidos porque se ven como amenaza laboral e incluso como amenaza a las mujeres “propias”, dada su fama en el aspecto sexual. No importa que un individuo sea moreno, siempre se sentirá mejor al gritarle “negro” al otro, gritarle “pobretón” o "monos" a los inmigrantes de América del Sur y abusar de ellos.
No hay casa en la que no se haga mofa o se use el término “vieja”, “homosexual”, “indio” o “negro” (en todas sus acepciones) en forma peyorativa, habría qué preguntarnos porqué o gracias a quién, y lo más fuerte e impactante, es que casi nadie alcanza a dar una razón coherente y lógica para sus actitudes discriminatorias.
Y sobre todo es necesario comenzar a exigir y promover mayor respeto hacia el televidente, al cliente que somos, en cuanto a los mensajes con los que nos bombardean de manera diaria. Un saludod esde México... por cierto... a mí sí me ofende el anuncio de la hamburguesa, es cierto que la mayoría en mi país somos bajos, gorditos (gracias principalmente a la cantidad de comida trasgénica y chatarra con la que nos inunda E. U. gracias al TLCAN y por el que prácticamente ya no se encuentra nada nacional en los almacenes de grandes superficies, ni siquiera en mercadillos) y a muchos les guste la lucha (igualmente, traida de E. U.), la realidad es que a nadie le gusta que exhiban las peores características de los coterráneos para mostrarlas como "la generalidad".
No, no es gracioso y sí altamente discriminatorio por parte de los publicistas extranjeros... los estereotipos ocultan, no sólo las verdades, sino que exponen las carencias del propio publicista en términos de respeto.
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